Para Relajarse Leyendo

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jueves, 23 de agosto de 2007

3er. RELATO FINALIZADO - RAMON


Personaje atípico, se me antoja definir a Ramón. Desde que tengo uso de razón que cada día se levanta a la misma hora, camina diez kilómetros y vuelve a su casa. No le ves en la plaza, no le oyes en el bar. Son muchos los años que hace no pisa la iglesia y más los que no sale de este lugar. Un rastro de leyendas se agolpan sobre sus pasos cuando cada mañana camina, dirección oeste, por la colina. Lo cierto es que nadie absolutamente nadie sabe realmente quien es ni que hace.La curiosidad que siempre tuve de pequeño se ha despertado en mi de nuevo, ayer, por primera vez Ramón abrió su boca para darme los buenos días. Estupefacto sólo salió de mi un cordial Buenos días Ramón, y nada más. Hoy me muerdo los puños porque son tantas las preguntas que tengo para él.Dicen los ancianos que si te acercas a su casa ya no eres el mismo cuando vuelves y mencionan una y otra vez el caso de Beatriz que amablemente le llevó una tarta y que al día siguente cogió un tren hacia París. Los más supersticiosos insisten en que deberíamos invitarle amablemente a dejar el pueblo. LLevo oyendo historias parecidas desde que nací pero hay una que siempre me ha tenido intrigado, fascinado algo nervioso cuando lo veo. Siempre he querido preguntarle: Ramón, dime si es verdad que... (Escrito por Luca)

una vez surcaste los cinco continentes a lomos de un bello corcel. Que visitaste a los más ricos gobernantes, y los más pobres lugares de nuestra tierra, que tu rombre era conocido y respetado.Cuentan en los mentideros que luchaste en duras batallas, que viviste largas penurias a través del desierto, que alcanzaste las más altas cimas. Que coronaste los techos de la tierra a lomos de tu pura sangre español, de lomo rojizo como las tardes sobre la Alhambra.Dicen también que aconsejaste a sabios gobernantes, que eras respetado allende los mares, en otras tierras lejanas. Y que un día, por motivos desconocidos, tu respetado nombre cayó en el olvido. ¿Qué pasó aquél día, Ramón? (Escrito por Angelo)

Quizá yo, tu vecina Helena que, pared con pared, nuestras habitaciones se unen, podría desvelar el misterio.Pero apenas oigo a través de la gruesa pared de piedra. Alguna noche un suspiro, otra noche unos pasos lentos deslizándose por el suelo, alguna silla siendo arrastrada, ¿o quizás era una mesa?.Pero un día oí decir que en algún lugar de su casa se esconden maravillosos tesoros que fue recopilando a través de sus fantásticos viajes; tiaras de perlas de reinas de reinos desconocidos, cetros de los antiguos faraones del Alto Egipto, collares, pulseras y anillos de bellas cortesanas y cofres llenos de monedas arrebatados de piratas de renombre.Todo eso me intriga, pensar que vive austeramente teniendo los más valiosos tesoros...Algún dia me decidiré iré a verlo o quizás me cuele en su casa...Tengo que hacerlo para desvelar al pueblo quién es Ramón.Debo mucho a este pueblo. Me acogió en su seno cuando nadie quería saber nada de mi. Mi vida , toda una vida ocultándome a los ojos de la gran ciudad, una vida maltrecha por los hombres, una vida ultrajada por mi familia...Y ahora este pueblo, a este pueblo le debo mi nueva vida. Nadie sabe quién soy...Fuera en la gran plaza donde mi casa nace en sus escaleras, cae el sol de la tarde, ya nadie pasea por sus calles que fluyen de esta plaza tan silenciosa. Las sombras se esconden detrás de sus puertas...Y veo a Ramón salir de su casa, cerrar la gran puerta de madera de pino y volver su cuerpo hacia la derecha y caminar con su espalda curvada, no sé si por los años o por la sabiduria que en ella ha almacenado. y veo el momento el gran momento de poder entrar y hurgar en su vida, de saber porque a Ramón lo han olvidado. Mi corazón late cada vez con más fuerza, saber que tocaré tus cosas, que respiraré el aire de su casa, aire que cada dia respiras tú, Ramón, Ramón...Salgo a la calle, a hurtadillas, sé lo que tengo que hacer, llevo en mi bolsillo una vieja llave que años atrás utilizaba. Me acerco a la gran puerta y miro de reojo a ambos lados de la plaza, mientras mi mano, firme, introduce la llave en la cerradura. (Escrito por Rosa).

Mi mano gira en sentido contrario a las agujas del reloj, y la puerta se desliza suavemente invitándome a descubrir todas aquellas historias que durante tanto tiempo he oído sobre lo que esta casa guarda en su interior. Mis pies pudorosos, avanzan temorosos del cualquier ruido, en silencio se deslizan levantando los tacones. La luz apenas penetra y un olor familiar me acecha, es el mismo olor que recuerdo de tardes infantiles sentada en las piernas de mi abuelo, mientras este me leía cuentos de hadas y tristes vidas de princesas cuyos destinos cambiaban al conocer algún príncipe, historias de piratas con patas de palos, ojos tapados y loros en sus hombros. Historias de casitas de dulces y muñecos de madera que al mentir les crecían la nariz. Eternos niños que no crecían y bosques encantados dando cobijo a alguna bruja vestida de negro y subida en escoba o algún mago con barbas blancas y baritas mágicas. El olor de los años acumulados de hojas encuadernadas con lomos de letras doradas, el olor del tiempo que ofrecía la vieja librería donde pasé tantas horas. Me dejé llevar, a tientas de no tropezar, prendí una cerilla para encender el quinqué que reposaba sobre una mesita auxiliar justo en la entrada de la casa. Lo levanté por encima de mi cabeza con la única intención de echar un rápido vistazo a mi alrededor. (Escrito por Marta).

El ansia por encontrarme de frente con todas aquellas leyendas, me cegó durante unos segundos, los que necesité para cerciorarme de que el interior de aquella modesta casa, era tan sencilla como realmente aparentaba.Desilusionada, deambulé por sus pasillos como alma en pena hasta encontrarme con la pequeña y oscura habitación. Cualquier otra persona no habría notado nada extraño en aquellas cuatro paredes, pero mi corazón se aceleró al ver la pequeña foto que reinaba en la mesita de noche.Me acerqué temblorosa, cogí el marco y lo iluminé por completo con el quinqué. (Escrito por Lex).

Apenas lo había cogido cuando oí sonar la cerradura de la puerta. Apago el quinque y entorno la puerta de la habitación. Miro a ambos lados, no hay más salida de la estancia que esta puerta. Ninguna de las ventanas está abierta, y si me moviese me delataría el crujir de la madera.Oigo como se abre y se cierra la puerta.¿Qué voy a decir? ¿Que puedo hacer?Vamos piensa, piensa, piensa...Oigo pasos que caminan de un lado a otro en la entrada. Siento que si respiro demasiado fuerte me descubrira aqui...O quizá vuelva a marcharse... (Escrito por Dylan).

Atemorizada y con el corazón apunto de pararse, me vino un escalofrío y me acordé de cuando yo era pequeña y jugábamos al escondite en esa misma casa .También recordé que en una de las habitaciones de esa casa había un pequeño baúl en el cual yo siempre me escondía. Recé para que fuera esa misma habitación y poder esconderme en él.Los pasos cada vez estaban más cerca y en la oscuridad me deslicé por la habitación a ver si lo encontraba.A tientas y con el miedo en el cuerpo por fin lo encontré. Con mucho sigilo abrí la tapa y me introduje en él.Al instante se abrió la puerta, Ramón se sentó delante del antiquísimo escritorio, en el que yo minutos antes descubría aquella fotografía .Con la luz de quinqué y a través de la cerradura vi que Ramón se inquietaba mirando una y otra vez por todas partes, algo le preocupaba.Pero cuál fue mi sorpresa cuando me percaté, que con los nervios me había escondido con la fotografía.¿seria esa la causa de tanto revuelo?¿se había dado cuenta de que alguien había entrado en su casa? (Escrito por Robelfu).

Intentando controlar mi respiración y el fuerte latido de mi corazón, fuí ordenando mis pensamientos. Con calma y mirando a través de la nebulosa que envolvía mi pasado, me adentré en los años de mi infancia, una infancia feliz pero marcada por el miedo de mi madre, un miedo que se reflejaba en su cara aún queriendo disimular una alegría ficticia. En el seno de mi madre se iba gestando una criatura que hubiera colmado las ansias y la felicidad de mis padres, una joven pareja con un futuro prometedor. Pero algo ocurria en esa felicidad. Mis padres apenas se hablaban, y en sus caras no reflejaban con ilusión la llegada de un nuevo miembro a la familia. Yo tenía 8 años pero me daba cuenta de que el embarazo llegaba a su fin. Y mamá se fué al hospital, sola, sin el apoyo de mi padre.A su regreso, en sus brazos, no llevaba a la criatura que sólo yo esperaba con ilusión. Nunca hablaron de ello, nunca.Y ahora yo, en mi seno, acurrucada dentro de ése baúl, aferraba con fuerza el retrato de mi madre. (Escrito por Rosa).

En ese preciso instante, Ramón se da la vuelta y centra su mirada en el baúl. Mi cuerpo queda paralizado pensando que Ramón pueda descubrirme. Pasan unos segundos eternos. Todo se detiene; Ramón, con la mirada todavía fija en el baúl, barrunta algo que no llego a entender y enfadado, como nunca antes le había visto, se acerca al baúl. Ahora sólo llego a ver sus piernas, se encuentra justo delante del baúl.Pasa el tiempo y Ramón sigue allí, inmóvil frente al baúl. No llego a adivinar qué hace exactamente. De repente, Ramón se mueve hacia su derecha y exclama: "¡Así que estabas aquí! ¡Ya sabía yo que te encontraría aqui!Pero el baúl sigue sin abrirse. Mi respiración empieza a acelerarse, y procuro intentar que no se oiga mucho.Acerco mi ojo a la cerradura del baúl, para averiguar qué está pasando en la habitación. Ramón, con gesto más aliviado, sostiene un paraguas en su mano derecha, mientras sigue conversando con el negro artilugio: "Ya me hago viejo, cada día me cuesta más encontrarte..." (Escrito por Angelo).


Calmate Helena, cálmate.
Espera...
Se oyó, de nuevo el crujir de la puerta.
Ahora.
Entumecida logré salir del baúl. Paralizada por lo que podía haber sido, decidí tomarme unos instantes hasta que mi mente y mi corazón desaceleraran su ritmo.
Respira hondo Helena.
Otra vez.
Otra.
Ya está. Ramón no volverá aproximadamente hasta dentro de dos horas. Está lloviendo y a vuelto a por su paragüas, nada ni nadie le ha hecho variar su paseo en todos estos años, asi que hoy no va a ser una excepción.
Ya puedes seguir con lo que te ha traido hasta aqui. Vamos, esto lo tienes que liquidar hoy mismo.
En la cárcel me habían enseñado técnicas de relajación, mejorar mi autoestima y todas esas parlotadas a las que yo no prestaba atención, pero hoy, aquellos diálogos de coherencia fluían en mi de una manera sorpendentemente tranquilizadora.
Decidí actuar con naturalidad, eso me haría sentir segura y bien. Fuí a la cocina, alargué mi brazo y me servi un vaso de agua, sentada en el taburete de mimbre saqué de nuevo la fotografía de mi Madre. Cuando la miré a los ojos sonreí y a medida que saboreaba imaginaba un gran secreto. Siempre cometemos el error de pensar que nuestras madres solo son eso, madres, pero lo cierto es que son mujeres que ejercen de madres. Pensar así hizo que cualquier ápice de decepción que tuviera respecto a su comportamiento, se transformara inmediatamente en un guiño de complicidad entre amigas.
Mama, susurré en voz alta.
Tuviste que sufrir, ¿verdad?
Tranquila tu secreto está a salvo conmigo.
Sabes, mamá, en cierta manera me alegro de haberlo sabido. A mis ojos te has vuelto más humana y eso hace que yo me sienta menos imperfecta.
Mamá, me gustaría que me lo hubieses contado, sentadas, las dos, en el porche de casa, con ese maravilloso te que preparabas, un día de primavera. Con la imagen de cientos de amapolas a nuestro alrededor y de tu dulce voz saliendo una frase como... hija, creo que ya estás lista para entender esto y que un guiño de tus enormes ojos azules fuera para siempre el lacre de este secreto.
Mama, no puedo por más que sentirme orgullosa de ti. Tu, valiente en la clandestinidad, fuiste capaz de seguir a tu corazón.
Mañana volveré, mañana Ramón tiene muchas cosas que contarme
Mamá, tranquila, aún me acuerdo de preparar el te. (Escrito por Luca).



F I N

Gracias a todos los que habeís colaborado.

8 comentarios:

Gelín García dijo...

Ramón es el padre de ese hijo que no vino. El padre de Helena se enteró y obligó a su madre a abortar.

Desde entonces, el nombre de Ramón cayó en el olvido por la depresión en la que esntró al enterarse del suceso.

rosa dijo...

muy bueno!!!!
Gracias a todos por haber saboreado un trocito de mi pastel. Gracias. un besazo a todos

Lex dijo...

Ok, el contador ya está puesto.

Alguien se anima a empezar un relato? Si puede ser que sea alguien que no haya escrito todavía.

meg dijo...

URGENTE PARA MARTA O ANGELO: Yo quisiera participar. Os he enviado una chorradita ayer, a uno de estos comentarios, porque no sé cómo enviaros un email. Por favor, contestadme diciéndome cómo puedo entrar y colaborar con vosotros. La idea del cuento a múltiples manos es genial. Y además tiene coherencia... y la historia preciosa. ¿La vais a repetir?. Me gustaría entrar.

Gelín García dijo...

Hola emilia,

simplemente envia un email a comunabloggera@yahoo.es

Y ya te enviamos la invitación para que puedas participar.

Jesús dijo...

A ver si el proximo relato es de ciencia ficcion que es de los mas me gustan, jejejeej

Gelín García dijo...

Pues jesús, anímate y empieza tú, que tú no has escrito todavía.

meg dijo...

Buen relato, sí señor. No sé cómo colaborar con vosotros. Recordadmelo.
+Ya sabéis mi blog y mi email.