Para Relajarse Leyendo

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viernes, 24 de agosto de 2007

Angelo - Cantabria

Delante de la puerta, Lenora se detiene y, perezosamente, hurga con las yemas de los dedos en su bolsillo, tratando de encontrar las llaves sin mucho afán, sin prisa, como decepcionada por no haberse atrevido a penetrar en la espesa niebla, para emprender la búsqueda del Gran Misterio.
Cuando por fin encuentra el oxidado manojo de metal, coge más pequeña de todas, y la introduce en la cerradura. Abre la puerta, y se da cuenta de que no ha tenido que descerrojarla, sólo estaba cerrada de resbalón. "Yo creo que la cerré por completo..." Murmura hacia sus adentros, como tratando de darle explicaciones a su maltrecha memoria.

Pero su memoria no fallaba esta vez. Al adentrarse en el gran salón, Lenora se percató de que no estaba sola en la estancia. En el viejo butacón de color burdeos, frente a la chimenea, que crepitaba cansinamente, tras décadas calentando la casa, se hallaba sentada una figura masculina, pero el contraluz impedía a Lenora descifrar la identidad de la misma.

"Hola Lenora, llevo mucho tiempo esperando encontrarte... ¿No me reconoces?".

1 comentario:

Marta dijo...

Lo dicho, me paso el día alterada!.

jajajja, vamos a ver, ¿será Ramon? ¿Será el majadero?. Jo, que miedo que dais!.

venga quien se anima más?