Para Relajarse Leyendo

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viernes, 6 de junio de 2008

Megsevilla - Sevilla

Al conmoverse la luna, las mareas del océano se removieron, las lluvias empaparon las tierras, reverdeciendo la hierba y los pastos y llenando los aljibes. Los ríos bajaron a pleno cauce y los juncos y las espadañas crecieron en las orillas. El agua benefactora facilitaba las buenas cosechas y el pueblo tenía para guardar en sus silos suficiente grano para los malos tiempos.

La princesita estaba acostumbrada a este proceder de su pueblo. Y de vez en cuando bajaba hasta la orilla del río a lavar sus conchas cuidadosamente que secaba con un pañuelo de seda y encaje. Y contaba las gotas de agua que salpicaban una concha, y sonreía porque sabía que esas gotas eran únicas, que nunca volvería a haber otras gotas como esas. Y cada concha tuvo sus gotas exclusivas de agua surgidas del caudal en el que bajaban miles de gotas únicas, unidas entre sí. Esta vez no tenía sus conchas, pero tras ella bajaba al río el Dragon Azul. La bestia bebió del cauce. Y las gotas de agua cobraron, de repente, un color verde brillante. Y el río se convirtió en una cinta de malaquita ribeteada por las hierbas de la orilla.

La princesita no sabía el poder del Dragon Esmeralda para cambiar el color de las cosas. Y se quedó sorprendida por la visión de aquel río verde fluyendo por un cauce marcado por los juncos, las retamas y las espadañas. Mezcladas entre ellas, las humildes pamplinas también bebían unas gotas exclusivas de aquel tesoro líquido que alimentaba a todo el país. El río verde reverdecía los prados y las hojas verdes de las verduras y el verdor de los árboles. Pero, al mismo tiempo, potenciaba los demás colores: el naranja de los cítricos y la zanahoria, el rojo del tomate, el morado de la col, el blanco de la coliflor y el amarillo de la calabaza. Era uno de los poderes del Dragón Esmeralda. Realzar los colores de la vida. Y con los colores engendrar la alegría.

Pocas horas antes, cuando el Dragón surgió de sus conchas, se había removido el cielo imperceptiblemente. Los planetas frenaron sus rotaciones y las estrellas cambiaron sus órbitas. Desde la orilla del río, el Dragón levantó su enorme cabeza hacia el cielo y lanzó una llamarada por sus belfos que llegó casi hasta las estrellas. Era como si llamase a alguien del espacio. Fue entonces cuando se vio una lejana llamarada roja en medio del cielo, como si alguien hubiera respondido al mensaje de la bestia. Y se vio caer un cometa brillante, del color del acero, como una estrella fugaz. Y todo el mundo pidió un deseo al verlo caer en el horizonte. Desde tan lejos nadie podía leer en medio de su estela unas letras: "NASA"... Y al otro lado, invisible para el mundo, un criptograma con dos fórmulas: la del plutonio y la del uranio...

El Dragon Esmeralda refrescó sus narices y su boca en el río que, con el humo, recobró su color original. Y las aguas volvieron a bajar plateadas, transparentes, limpias, incoloras... Y el cosmos recuperó su ritmo y los planetas aceleraron su rotación y recuperaron sus órbitas y el orden cósmico volvió a su ser... La princesita asombrada volvió hasta el castillo, seguida por el Dragon Esmeralda que parecía más pequeño...

jueves, 5 de junio de 2008

Apareció de entre el polvo dorado la figura del dragón, no muy grande, pero imponente de por sí.

La princesa, con los ojos iluminados por la felicidad, veía por primera vez al dragón, ya que éste se aparecía cada muchos años, y la reina, justo antes de morir, le explicó a la princesa lo que debía hacer para que el Dragón pudiese seguir apareciendo.

El dragón se aparecía para aconsejar a quienes lo guardaban, de manera que pudiesen asegurarse un futuro tranquilo y pacífico. Prevenía a su pueblo de las posible amenazas y les ayudaba a programar las cosechas y el manejo del ganado, para así poder obtener abundancia de alimentos.