Para Relajarse Leyendo

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martes, 18 de septiembre de 2007

TERESA-MARBELLA

EL PRIMO PEPE


Sonó el teléfono en el silencio de la noche rompiendo la calma del sueño.
Una voz con fuerte acento gallego se empeñaba en hablar con mi madre muerta diez años atrás. La sorpresa inicial dejo paso a la perplejidad. Encendí casi a la vez la luz de la lampara en la mesilla y un cigarrillo que debí coger a oscuras.

Me llamaban del Perú ó mejor dicho llamaban a mi difunta madre. El párroco
de un pueblecito trataba de encontrar a los parientes vivos de José Niñez Carnero.
El tema era de importancia, ya que aunque José, Pepe para sus amigos, contaba con medios económicos de gran nivel, había dispuesto que se esperase para enterrarle la llegada de algun familiar. Como pasaban los días y ni las autoridades hacían nada, y mucho menos el administrador del difunto, que se frotaba las manos con la posibilidad de medrar torticeramente, el cura se sentía frisado. Primero y principal porque su capilla, casa y salón de reuniones albergaba el neveron donde guardaban a Pepe. Segundo porque las mujeres que limpiaban escaseaban cada día mas por temor al muerto congelado. A partir de las cinco de la tarde solo Cristo competía la capilla con él. Y Cristo no contaba para el Sr. Párroco, Cristo ya era hijo de Dios. Pero él, él no era nada sin feligreses y feligresas que le escucharán, lavaran, cocinaran y hasta entretejieran sus horas muertas.

Toda esta retahíla estaba inundando de humo mi cuarto. No podía dejar de fumar intentando en vano cortar la perorata del caballero.
A punto de preguntar que tenia que ver mi madre en todo esto, el párroco llego por si solo a la conclusión que era hora de comunicar lo que quería.

Lo que me dijo me dejo fuera de onda. Había dispuesto el primo Pepe, que el primero de sus descendientes que acudiera a su lado para honrarle en sus funerales sería su heredero. Claro, que la Parroquia y su párroco esperaban generosidad del agraciado hacia su comunidad. Gracias a sus desvelos alguien disfrutaría de riquezas sin par.

Ya despierta y alerta pensé de todo. ¿Una broma?, ¿Un error? ¿un timo? ¿UN SECUESTRO?
Mi cabeza calenturienta se ponía en lo peor. Además, sentía cierta vergüenza en aceptar y salir corriendo a honrar a un desconocido primo rico.

2 comentarios:

rosa dijo...

corre,corre.
que bueno

robelfu dijo...

me necanta ,que divertido.