Para Relajarse Leyendo

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sábado, 29 de septiembre de 2007

8º RELATO FINALIZADO- CORRIENDO AL DESTINO -

Ella lo esperaba a la salida del metro. Era Juan, quien llegaba a juntarse con ella, una mujer que lo conocía poco, pues ambos comenzaban a caminar juntos por la vida. Luego de asistir a un evento, llegó la policía y todos debían correr para no ser alcanzados y llevados quién sabe a dónde.

Es que sin haber hecho nada ellos corrían y sus manos tendieron a tomarse pero decidieron calmarse y caminar juntos. Cuando juan tenía que marcharse, ella le comentó sobre cosas. Lo que acostumbraba a hacer,o lo que quería de la vida. Juan le mostró un dibujo que el traía justamente consigo, era una pintura ,donde dos delfines se cruzaban, saltando sobre el mar y un horizonte hermoso. Ella le dice que hermoso era lo que Juan hacía, lo que ella no sabía era que por esa imagen las visiones de ambos estarían complementadas ya hacia 3 años, desde entonces recuerdan ese hecho y ella lo escribe. Juan por otro lado ha ganado concursos y tiene un lugar importante en la vida dedicada a la pintura, pues juntos todo marcha mejor que antes de aquella salida.

Quedé con Alex para ir a ver la nueva exposición que Juan había abierto. Alex y Juan habían estado compartiendo piso durante mucho tiempo, y Alex era mi mejor amigo, así que através de él conocí a Juan.

- Claudia por favor, date prisa o no quedará cóctel.

- Alex por Dios, espera que no sé que vestido me queda mejor.

- Cariño, con esos zapatos puedes ir perfectamente desnuda, son divinos, las miradas se centraran en tus pies.

- Bueno, bueno, me pongo el vestido negro de tirantes y así paso más desapercibida.

- ¿Desapercibida con ese escote?, ja, ja, tu nunca pasas desapercibida.

- Alex, ... te adoro.

Cogimos un taxi que nos bajó hasta el paseo donde se concentran la mayoría de galerías de arte de la ciudad. Super puntuales, fuimos a saludar al "maestro", y allí estaba ella, a su lado, sonriendo, discreta, sencilla, y con un aspecto inmejorable.

Llevaba años buscando una ayudante joven. Joven y capaz en la pintura. Que tuviese sentido común, no se metiese en mi vida y en fín que me ayudase a simplificar todo lo que no fuese mi trabajo. Por mi estudio habían pasado toda clase de muchachas deseosas del puesto. Algunas, de gran belleza por cierto, casí habian conseguido quedarse con el trabajo. Nada; me duraban dos desayunos de gritos ó una noche de borrachera. A veces, tengo muy mal humor. Ser el "Maestro" tiene su "aquel" encantador, pero tambien cierta pose inteligente, que carajo!!! me cuesta trabajo mantener. Con el paso de los años y los éxitos he ido llenando mis bolsillos. Ahora puedo permitirme flojear, caminar por sueños en hamaca que duran lo que mi cuerpo les pide. Ahhhhh, yo estaba tranquilo. Sí, tranquilo. Al fin alguien llenaba y superaba mis expectativas domésticas y literarias.

Tenía ayudante y aunque jamás lo dire en voz alta es una persona magnífica, o lo era. Me la recomendó Méndez. Méndez es un estúpido inversor sin educación ni modales. Es uno de mis primeros clientes y fiel en el tiempo. Si quiero un capricho, solo tengo que llamarlo y en nada le coloco un lienzo. Es un snob de mierda, pero el no lo sabe y yo..., yo no se lo cuento.

Aquel día a la puerta de mi exposición "Jóvenes talentos ocultos" intuí lo que iba a pasar, aquel jovenzuelo pintor de delfines la miro de una manera que nos dejo a todos helados. Bueno a todos no. La tal Claudia reía como una posesa, no se de qué, la muy relamida. Y ahora no sé dénde esta. Ni si va a volver. No quiero conocer su historia. Si vuelve no abriré. Le diré que el puesto es de otra. Ohhhhhhh, Por favor.. Pero, ¿dónde estará?

Al terminar la noche, bien entrada la noche, me fui a mi casa, esta vez iba a dormir solo. La imagen de esa tal Claudia y sobre todo su impertinente risa habían calado en mi cerebro. Quizá es que en mi interior yo buscaba a alguien así. Después de ducharme y de tragarme una pastilla para dormir, me dispuse a ello. Por la mañana, me despertó el teléfono, era Claudia, no se quién le dio mi telefono, me preguntó que hacia a la hora de comer, pués queria que nos viésemos.

Llegué puntual a la cita, quedamos en el comedor del Hotel Arts, en la terraza. Allí estaba ella, esplendorosa, radiante, con su larga melena negra que le caía por encima de los hombros, apenas maquillada. Me sonrió y me dió la mano, la cual yo estreché. Pedimos la comida y empezó a hablar. Sus palabras salian de su boca con firmeza, y me instigó a cogerla como su ayudante, sus condiciones y lo que ella iba a aportar en mi trabajo eran muy buenas, era tal la mezcla de franqueza en sus palabras y a la vez su mirada inquisidora en sus ojos que sin pensármelo, pues no me dio tiempo, la acepté. Después del café nos fuimos a mi despacho a firmar el documento en el que yo aceptava a Claudia como mi ayudante, más que eso como mi brazo derecho.

Me sentía hipnotizado por su presencia. Cuando terminamos de firmar, se desnudó, era una desnudez blanca, pura, a la que sólo resaltava en ese cuerpo su larga melena negra y apenas un poquito de vello en el pubis, y unos pechos grandes y generosos. Sus manos recorrian mi cuerpo a la vez que lo desnudaba, nunca antes había hecho el amor de esa manera, una manera inexplicable, pero de la que ya nunca más podria prescindir. Se fué, riendo.

El ruido de una fuerte explosión , me sacó de mis pensamientos . A través de la ventana de mi despacho , vi como el cielo resplandecía en un inmenso incendio. Se oían el pitido de los coches que penetraban por la ventana , seguidos de gritos de terror. Salí corriendo al encuentro de Claudia. ¿estará bien?, ¿llegare a tiempo?. La encontré en el portal, su pánico era evidente en su voz , le dolían los oídos , la abrace destinado a protejerla, pero eso no hacia mas que aumentar mi amor por ella.

Nunca había experimentado tanto miedo. Las ambulancias llegaban en oleadas , la gente deambulaba de un lado para otro sin saber donde ir. Nos acurrucamos juntos , solos e impotentes contra el destino. Rezábamos , como si el momento de la muerte nos hubiera llegado.

Cuando el ruido ensordecedor terminó y ya sólo se oía el ruido rápido y jadeante de nuestras respiraciones....y al abrir los ojos pejagosos por el polvo y las lágrimas...nos dimos cuenta que estábamos sepultados, quizás en el piso de abajo o quizás en los sótanos. Junto a nosotros habia escombros, piedras, maderas, hierros, pero nosotros nos encontrábamos bien. Oíamos gritos gemidos...andábamos un poco encorvados, debido al poco espacio de que disponíamos, con nosotros habia más gente, llegamos a contar unas quince personas. Los móviles no tenian cobertura allà abajo, ya sólo quedaba esperar. Esperar. Y fué entonces cuando Claudia rió, reía a carcajadas como si estuviese loca, estábamos perplejos. Me tocaba con vedadero frenesí, realmente estaba loca, queria que hicíesemos el amor, me lamia las orejas, la cara. Yo la apartaba avergonzado por la situación y el momento_pero la verdad es que tenia unas ganas tremendas_. La abofeteé, cosa que nunca hubiese hecho en una mujer, ella se calmó pero no dejaba de reir. No sé cuantas horas pasaron, hasta que Claudia me cogió de la mano y me dijo que como era su brazo derecho habia de hacerme caso. Tenia que probarlo pues en su mirada había esa expresión que en ella me fascinó desde el principio.

La cogí de la mano y la seguí, bueno la verdad es que todos los que allí estábamos la seguimos. Casi de rodillas íbamos avanzando por caminos, si es que se puede decir caminos, estrechos, apartando maderas....Hasta que una luz cegadora nos invadió de lleno y al final de esta luz un bombero nos gritaba y nos daba instrucciones.

Sin apenas tiempo de digerir todo aquello que estaba viviendo, intenté situarme y ser consciente de la situación, una vez pude bajar mi mirada y enfocarla a mi alrededor, empecé a entender lo que había sucedido, antes, durante y ahora. Las calle no era calle, los edificios eran escombros, me costó ver mi inexistente portal y en un momento no solo se desmoronó mi alrededor, sino que todo aquello que yo era también desapareció. Mis libros, mis lienzos, mis recuerdos, no quedaba nada. Había ya amontonada una aglomeración de gente en los alrededores de los escombros rescatando objetos, practicando el pillaje y huyendo, como si tal cosa. Fueron unos instantes eternos en los que mi pensamiento corría para alcanzar aquello que ya no estaba. Claudia con su vestido rasgado me sonrió y me preguntó ¿Comprendes? Creo que si le dije, creo que si. Empiezo Claudia y empiezo de nuevo, no hay nada, no queda nada, ahora estoy yo. Todo es tan breve y tan eterno como queramos que sea. Vamos, se siguen oyendo gritos. Habrá que actuar.

A cada piedra que levantaba sentía como una nueva fuerza me invadía. Hasta ahora había pasado arrogante por esta vida importandome un bledo los demás, ahora, lo único que me hacía sentirme vivo era la posibilidad de ver más vidas a mi alrededor, eso me mantenía vivo y el descarado escote de Claudia, claro está.

Me permitió que la acompañara a su apartamento. Era un lugar sencillo, confortable, donde ahora se sentía mucho mejor , había regresado a su pequeño refugio, su,propio mundo. Había un crucifijo en la pared,se arrodillo delante de el, y le agradeció a dios la oportunidad de haber sobrevivido.

A continuación caminó hacia el balcón y contempló la plaza, mientras escuchaba los sonidos del trafico de una ciudad que parecía que nunca dormía. Yo me acerque a la puerta dispuesto a marcharme, dios, que hermosa que estaba. Claudia , desvió la mirada hacia mi y me dijo, que suerte seguir con vida.

La miré y sus ojos desbordaban ternura, se inclino y me dio un beso en la mejilla. Los ángeles me protegen. Me cogió de la mano y me dijo intentando reprimir las lágrimas ,por favor no te vayas. La abracé con todas mis fuerzas y le dije muy bajito al oído: "aunque toda la tierra se venga abajo nunca te dejaré".

No sé si esto fue una señal, quizás todo lo que vivimos juntos en esas horas tan traumáticas, fué para nosotros y principalmente para mi una revelación. Lo dejamos todo, todo...el lujo de mi apartamento, las fiestas, las drogas, el vestir bien, los cochazos en los que me movia...todo.

Utilizé el dinero que había conseguido vendiendo todo mi patrimonio para comprar una masia en un pueblecito costero, el resto del dinero lo destiné a un par de ONG. Claudia se dedico a dar clases de pintura y plástica en el colegio del pueblo, yo me puse a trabajar de cartero. Teníamos animales de granja en la masia y también un pequeño huerto que nos abastecía de verduras y frutas.

Relajación, eso era lo qe andaba buscando toda mi vida, y gracias a Claudia lo encontré. Nos queremos y, mucho...y también nos reimos (Claudia con su peculiar risa)...

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