Para Relajarse Leyendo

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lunes, 3 de septiembre de 2007

6º RELATO FINALIZADO - SOY DE DONDE DESEE SER -

Me acosté con frio en mis pies, luego acomodándome a mi cama puse el cojín en mi cabeza.
Pensaba en todo,menos en conciliar el sueño, deprisa corrí la cortina de la ventana, para que los focos de la ciudad no entraran a mi habitacion.Pensaba en el pasado, en lo que hice durante el día , en lo que olvidé hacer, en el hombre que amo y en lo que el estaría pensando en ese mismo instante.
Luego escuchaba a lo lejos voces de personas vagando por la calle, riendo, gritando y quería dejar de pensar, pensar en un futuro, imaginaba como sería mi vida en 20 años más, inmediatamente se me cruzó una imagen de un hombre corriendo, arrancando de algo. Seguí imaginando y millones de cosas aparecían en mi mente sin siquiera querer ser pensadas por mí. De pronto de tanto imaginar,se me dormieron las extremidades y mi cabeza giró hacia la izquierda, fui a crear a otro sitio.
Corria por una calle muy transitada, llena de tráfico, todos me empujaban y yo no podía cruzar una especie de cerro aparecía entre mis ojos.Comencé a desesperar después de que unos niños me lanzaran cada vez que lograba avanzar, no resistí mas y dije:
¡Ya!, no quiero más esta situación, cosa que puso en marcha inmediatamente mi decisión y todo comenzó a ser como yo quería.
Subí hasta la cima y mi cuerpo comenzó a ponerse en posicion de un loto, meditando,todo comenzó a ser calma, paz, tranquilidad y todos sus derivados. Mi rostro fue rosado por brisa, llena de gozo en un minuto eterno de mi vida, me vi en el paraíso de mi interior.
Valles y lagos de frondoso esplendor; un animal extraño comenzó a galopar encima de las aguas y una melodía hermosa caía en mis oidos haciendo la estadía más completa que he tenido en lo que recuerdo de existencia, es que la vivencia en ese lugar era completa, tanto así que si caia de ese monte yo tenía la certeza de que volaría.
Comenze a gritarle a un ser amado que no veía físicamente, pero sabía que me estaba escuchando , que "EN ESE MOMENTO YO ESTABA INMENSAMENTE FELIZ"...
Desperté y no había ido a clases; el tiempo en esta dimensión avanzó demasiado.
Sentia la garganta atorada de sentimientos, los ojos mojados y el corazón a punto de reventar, es que quería volver a ese lugar donde el tiempo no existía y el amor calaba los huesos . La igualdad entre las especies era tan relevante y gracias a esa visión, supe que ese era mi hogar,y que se encuentra esperándome cuando esté lista para volver...

Algo aturdida intenté incorporarme. Mi mente se negaba a tal realidad, mientras en el poso de mi alma aún podía sentir paz.
Sonriendo, fuí colocando todos los libros en la cartera. Despacio y con cautela moví mi cuerpo, hacia la puerta y escalera abajo encontré algo en el suelo que me llamó la atención.
Justo delante del 9 Bis, respaldecía entre el felpudo y la puerta lo que en principio parecia un pendiente, me agache, lo puse sobre mi palma y me sorprendí de su belleza. Un pequeño diamante estaba delante de mi, perfecto en su talle, sobrio en su forma y elegante en esencia.
No me di cuenta en que momento se abrió la puerta, solo oí: "Eso es lo que eres tu".
La cara agradable de Rocio me invitó a pasar. Casi sin poder decir palabra me encontraba en el sofá de su casa con una taza de te en la mano.
Déjame que te cuente, preciosa, déjame que te muestre....

Rocío es una mujer de las que ya quedan pocas en el mundo, por edad, por forma de ser y por las ganas de vivir que pueblan cada pliegue de su piel, elegantemente arrugada por el paso de los años. Luce una brillante media melena blanca, que continuamente se afana en atusar, como si fuese una colegiala esperando a su querido novio a la puerta del colegio.

Yo estoy como voluntaria para cuidar a gente nayor como Rocío, y ella es especial. Su único problema es que se siente algo sola desde que se vino del pueblo a la ciudad, pero a sus 88 años, se defiende perfectamente en casa, y a mi me encanta visitarla mientras me cuenta historias de la vida con nuestra taza de té en la mano.

¿Qué tal te va la vida? Hoy te noto diferente, como más feliz. ¿Ha ocurrido algo agradable en tu vida? - Me pregunta con su eterna sonrisa.

Más o menos. He encontrado un mundo mejor en el que algún día podré vivir, pero no sé dónde se encuentra exactamente.

"Ese lugar está donde tú quieras que esté, Laura. Te voy a contar una historia que me pasó hace mucho tiempo y te va a ayudara entender esto que te digo.
Cuando yo tenía tu edad, y vivía en el pueblo, durante la Guerra Civil, conocí a un chico del bando republicano. Nuestro pueblo estaba en la franja ocupada por los nacionales, pero eso no fue impedimento para que comenzásemos una relación..."

Cuando empezó la guerra yo debía de tener unos trece o catorce años. Haz la cuenta si quieres, yo no estoy para restas.

Vivía con mis padres, cuatro primas maternas, dos tías viudas, tres palomas torcaces y un puñado de extraños que no te sabría explicar. Estos entraban y salían de casa tras pernoctar varios días. Mi madre me mantenía alejada de la sala y de los cuartuchos traseros que era donde los solía alojar. Nunca me contestaba a la pregunta sobre sus identidades. Yo entonces, aun era dócil.

Cada día, a media mañana me enviaba por pan ó leche ó huevos o cualquier otra cosa que me alejara de la casa por unos minutos. En nuestro pueblo aun no habían llegado las restricciones que conoceríamos mas tarde. Cuando pasaba por la calle de la cuesta notaba unos ojos mirándome, sin embargo cuando intentaba ver de donde salían, el sol me retaba a encontrarlos en ventanas o portales cegadas por sus rayos.
Me recuerdo una niña feliz aunque solitaria. Mis primas, mayores que yo, apenas perdían el tiempo en jugar conmigo o darme conversación. Yo era un trabajo mas para ellas. Me gustaba pescar con mi padre las pocas veces que me dejaba, tender las sabanas al sol mientras mi madre cantaba coplas desangradas de amoríos imposibles. Mi vida, independientemente de la guerra, era fácil y hasta cierto punto singular.
Todo esto cambió desde el día que por fin el sol se escondió tras las nubes justo en el mismo momento en que mis ojos escudriñaban unos ventanucos pequeñitos situados a ras del suelo de una de las casas de la calle la cuesta. Los ojos que presentía estaban allí situados en el rostro mas
angustiado y enamorado que jamas ví ni volvere a ver.

Aquel chico no tenía más de 17 años, y esperaba temeroso su llamada a las filas de la guerra. Pero su rostro se iluminó y una sonrisa vistió sus labios.
Con esa edad, y a pesar de que la época que nos acechaba nos haría madurar, en mí aún vivía una enorme inocencia, así que no dudé en agacharme y entre los barrotes de su ventana le pregunté:
- ¿Porque tienes miedo?.
- Hoy se han llevado a un amigo mio a luchar. Cada noche oigo a mi madre intentado ahogar el sonido de su llanto en el pecho de mi padre, sollozando mi nombre y pidiendo al cielo que esta guerra no me lleve. Mis padres son mayores y yo me ocupo de los campos. No tengo más hermanos ni hermanas para que cuiden de ellos, y mi corazón sufre pues sé que vendrán a por mí, y me obligarán a participar en algo con lo que no estoy deacuerdo. Lo peor, es que no hay salida.
- Escondete en algún lugar y huye.
- ¿Y de que servirá eso?. Yo no sufro por mi vida, sufro por la de mis padres, si huyo no sólo se quedaran sólos, sino que aparte es posible que reciban la visita de militares y que les ridiculizen y les hieran diciendoles cosas tan injustas como la cobardía de su hijo.

Pude sentir un vuelco en el corazón, y mis ojos se enternecieron, en mi alma se despertaron sentimientos nuevos y mis ojos se quedarón clavados en él, ahora yo también sonreía, y un cosquilleo recorrió mi cuerpo cuando sus manos acariciaron las mias.

Pasé por allí todos los días, a la misma hora, y sabía que él ya me esperaba. Su sonrisa era simplemente perfecta, y para mí ya no había cosa más bella en el mundo que la luz de sus ojos al mirarme.

El horror no tardó en llegar a nuestras calles. Una noche, el comandate en jefe entró sin avisar a nuestra casa. Asustada, me escondí en el armario de la habitación mientras oía a mi madre suplicar por la vida de mi hermano. Sin habla, intentaba recojer las lágrimas que corrían por mis mejíllas, desde ese momento hasta el día de hoy, no he vuelto a hacer ruido al llorar. Mi llanto era amargo, mi cuerpo, en el interior de aquel pequeño cubículo, se contraía más y más a cada paso que oía de aquellas pesadas botas que llevaban los militares. El crujir de la escalerá entraba en mi cabeza como preludio de lo que iba a suceder y yo trataba por todos los medios de vencer el pánico que me atrapaba, mientras, los gritos ahogados de mi madre se apoderaban de mi alma.
Entró en la habitación y me oriné sobre mi camisón. Podía oirle la respiración, apenas se movía, no escuchaba nada más. Se vovió, intuí que miraba bajo mi cama, abrió el armario. Sacudió mis vestidos y desesperado los tiró al suelo. Por suerte, la puertecita que construyó mi padre el año pasado, pasaba completamente inadvertida para los ojos de cualquier extraño. Me faltaba el aire, no sabía cuanto tiempo más aguantaría. Se alejó de allí y un grito me reconfortó.
-General, la niña se ha largado, no hay ni rastro de ella, la ventana está abierta. Ha podido bajar por las cañerías.
-Vámonos, se oyó a lo lejos, ya tenemos lo que queremos.

Pasó el tiempo, todo era silencio, no oía a mi madre, no oía a mi hermano, no oía nada, sólo el latido de mi corazón golpeando con fuerza mi pecho, y yo, intentando silenciar tal sonido que pensaba que me delataría. Perdí la noción del tiempo y cuando la afixia se apoderó de mi intenté salir de allí dentro. Lentamente abrí la puerta, los vestidos me taponaban la salida, concentré todas mis fuerzas y salí. La fuerte luz de la habitación me cegó por unos instantes. Despacio bajé las escaleras fuí hasta el comedor y allí la vi. Sentada en el butacón negro de padre desvanecida, estaba mi madre.

-Mamá, mamá, le susurré al oido, estoy aqui, mama, vamos, despierta.
-Hija...
Sus ojos hinchados no podían dejar de emanar lágrimas.
-Tranquila mama, yo voy a solucionar esto, tranquila, creen que me he ido, no me buscarán, ahora no existo para ellos. Traeré a mi hermano de vuelta. Lo juro, mama. Lo traeré para ti y nos iremos lejos de aqui.

Escondí a mi madre en el armario que acababa de abandonar asegurándole con voz firme que regresaría con mi hermano. Corrí a la cocina y preparé un jarro con agua del grifo, todo el pan y el embutido que pude encontrar y un cacillo con aceitunas aliñadas.
Se lo subí a mi madre que apenas miraba la comida. Sus ojos desquiciados de miedo y locura rodaban sobre si mismos en unbaile desigual que me aterrorizaban.
No tenia tiempo de compadecerme de mi madre, tenia que averiguar donde habían llevado a mi hermano y sobre todo ¿por qué?.
De repente la guerra era una realidad fría, oscura, sinuosa y destructiva. Tenia miedo, pavor. Mi pueblo no era mi pueblo, mis calles bruscamente eran calles de otros.
Mi corazón me decía que fuese a la calle la cuesta en busca de mi primer y único amigo, mi cerebro me lo impedía. No quería de ninguna manera poner en peligro la vida de mi amigo y como consecuencia la de sus padres.
Estaba impotente y rabiosa, no tenia ni idea de por donde empezar.
Entonces recordé las personas que entraban y salían de mi casa y de nuevo me fui a mi cuarto en busca de mi madre.
- Madre, madre, Mireme, Por Dios. Tengo que saber quienes son los huéspedes. Madre.
De nada me servía, mi madre desmadejada navegaba por otros lugares ajenos a este y pensé que era lo mejor dadas las circunstancias. Volví a dejarla en el armario invadida además por la prisa y la ternura que me despertaba su estado. Tenia que preparar nuestra huida y rapido. Yo no existía para el mundo, pero el mundo no había dejado de existir para mi. Me acaban de destrozar la vida por primera vez y nada seria igual. Nunca.

FIN.

Gracias a todos los que habéis participado.

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