Para Relajarse Leyendo

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lunes, 10 de septiembre de 2007

Rosa - Barcelona

Al terminar la noche, bien entrada la noche, me fui a mi casa, esta vez iba a dormir solo.
La imagen de esa tal Clàudia y sobre todo su impertinente risa havian calado en mi cerebro.
Quizà es que en mi interior yo buscava a alguien así.
Después de ducharme y de tragarme una pastilla para dormir, me dispuse a ello.
Por la mañana, me despertó el teléfono, era Clàudia, no se quien le dio mi telefono, me preguntó que hacia a la hora de comer, pués queria que nos viésemos.

Llegué puntual a la cita, quedamos en el comedor del Hotel Arts, en la terraza. Allí estava ella, esplendorosa, radiante, con su larga melena negra que le caia por encima de los hombros, apenas maquillada. Me sonrió y me dió la mano, la cual yo estreché. Pedimos la comida y empezó a hablar. Sus palabras salian de su boca con firmeza, y me instigó a cogerla como su ayudante, sus condiciones y lo que ella iba a aportar en mi trabajo eran muy buenas, era tal la mezcla de franqueza en sus palabras y a la vez su mirada inquisidora en sus ojos que sin pensarmelo, pues no me dio tiempo, la acepté. Después del café nos fuimos a mi despacho a firmar el documento en el que yo aceptava a Clàudia como mi ayudante, más que eso como mi brazo derecho. Me estava y me sentia hipnotizado por su presencia. Cuando terminamos de firmar, se desnudó, era una desnudez blanca, pura, a la que sólo resaltava en ese cuerpo su larga melena negra y apenas un poquito de vello en el pubis, y unos pechos grandes y generosos. Sus manos recorrian mi cuerpo a la vez que lo desnudava, nunca antes havia hecho el amor de esa manera, una manera inexplicable, pero de la que ya nunca más podria prescindir. Se fué, riendo.

1 comentario:

robelfu dijo...

!que furte! que jiro mas erotico esta teniendo esto me gusta .